Saltar al contenido

Las barreras invisibles que frenan tu decisión de emprender

mayo 6, 2025

Muchas personas sienten miedo al pensar en emprender. Es normal. Imagina que llevas años estudiando o trabajando para conseguir una carrera profesional estable. Y de pronto te preguntas: ¿Y si quiero cambiar de rumbo? ¿Y si me estoy equivocando? Ese miedo puede llegar a paralizarnos y hacernos dudar mucho.

Pero además del miedo al cambio, hay otras barreras más difíciles de ver, que también influyen mucho en nuestras decisiones. Estas barreras no siempre son evidentes, pero pueden ser justo lo que te impide avanzar hacia un camino más libre, creativo o independiente, como lo es emprender tu propio proyecto.

1. No tener a ningún emprendedor cerca: “No se me había pasado por la cabeza”

Una de las principales barreras invisibles para emprender es algo muy simple, pero muy poderoso: no conocer a nadie que lo haya hecho.

Desde pequeños crecemos en un entorno que nos enseña lo que es “normal”. Si todos los adultos que conocemos trabajan para otros, lo más probable es que pensemos que esa es la única opción válida.

Ejemplo: Imagina que en tu casa todos trabajan en oficinas o en instituciones. Nunca has visto a alguien cercano tener su propio negocio, trabajar como freelance o vender productos hechos por él mismo. Entonces, aunque tú tengas ideas o talentos, ni siquiera te planteas que podrías vivir de eso. ¿Por qué? Porque no lo ves como una posibilidad real.

Una mujer que participó en un programa de mentoría contaba que durante años solo pensó en trabajos por cuenta ajena. Fue recién cuando empezó a trabajar en su desarrollo personal que se dio cuenta de que existían otras formas de ganarse la vida, más alineadas con lo que ella realmente quería. Su frase lo resume todo:

“Nunca se me había ocurrido emprender porque en mi entorno no hay ningún emprendedor.”

Y es que nuestro entorno influye más de lo que creemos. Si nadie emprende, es fácil pensar que eso “no es para ti”.


2. Sin desarrollo personal, no hay desarrollo profesional

Otra barrera que suele pasar desapercibida es la falta de autoconocimiento. Es decir, no saber realmente qué quieres.

A veces sabes lo que no quieres: ese trabajo que no te gusta, esa rutina que te cansa. Pero no sabes qué sí te gustaría hacer. Y eso es porque no te has parado a mirar hacia adentro, a conocerte mejor.

El desarrollo personal te ayuda a conectar con lo que te apasiona, con tus talentos, tus valores y tus verdaderos intereses. Solo así puedes construir una vida profesional que te haga feliz.

Ejemplo: Piensa en alguien que estudió una carrera solo porque le dijeron que era “segura”. Con el tiempo se da cuenta de que no le gusta. Pero como no ha dedicado tiempo a explorar otras opciones ni a pensar en qué lo hace feliz, sigue en ese camino sin estar convencido.

Hay personas que piensan que el desarrollo personal es solo para quienes practican yoga o meditación, pero no es así. Conocerte a ti mismo es clave para tomar decisiones con sentido y dejar de vivir en automático.

Y cuando empiezas a confiar más en ti y en tus capacidades, es cuando puedes decir: “Sí, puedo crear mi propio proyecto”.


3. La falta de cultura emprendedora desde el colegio

La tercera barrera invisible está relacionada con lo que aprendemos en el sistema educativo. Desde pequeños, nos enseñan a prepararnos para trabajar en empresas, pero muy pocas veces se habla del emprendimiento como una opción real.

¿Recuerdas cuando te preguntaban qué carrera ibas a estudiar? Siempre estaba asociado a trabajar para alguien más. Pero nadie te preguntaba si querías crear algo tuyo o iniciar tu propio negocio.

Ejemplo personal: Recuerdo que en el instituto nos hicieron un test de orientación vocacional. Según el resultado, me recomendaron estudiar Ciencias Empresariales. ¿Por qué? Porque mi padre trabajaba en eso y parecía lo más lógico. Así que, sin pensar demasiado, dije que estudiaría lo mismo. No sabía que esa decisión marcaría mi camino por años… hasta que un día me di cuenta de que no era lo que yo quería realmente.

Nos falta una educación que nos ayude a descubrir nuestras habilidades emprendedoras, a ver que hay muchas formas de construir una vida profesional, y que tener una buena idea también puede ser un camino de éxito.


Cambiar la forma de pensar: el primer paso para avanzar

En muchos casos, no es la falta de talento ni de ideas lo que te frena, sino cómo has aprendido a ver el mundo y a ti mismo.

Y es que todas las personas llevamos unas «gafas invisibles»: están hechas de nuestras experiencias, lo que nos enseñaron, lo que hemos vivido en casa o en el colegio. A veces, cambiar de perspectiva es lo único que necesitas para comenzar algo diferente.

Emprender no es solo montar una empresa. También puede ser crear un pequeño proyecto personal, dar clases particulares, vender tus dibujos por internet, abrir un canal de YouTube, o cualquier cosa que implique usar tu creatividad y tus habilidades para ofrecer algo al mundo.


Conclusión: Tu mentalidad lo cambia todo

Las barreras invisibles al emprender no son muros de piedra. Son pensamientos, creencias o ideas que se han formado con el tiempo. Pero la buena noticia es que puedes cambiarlas. Puedes hacerte preguntas nuevas, conocer a personas diferentes, buscar referentes y descubrir que hay muchas maneras de vivir y trabajar.

No hace falta tener todo claro ahora mismo. Solo necesitas estar abierto a explorar, a preguntarte qué te interesa y qué podrías hacer con eso. Escucha tu intuición: a veces ese “algo” que sientes en el estómago cuando algo no encaja… es una pista.

Así que si alguna vez has sentido curiosidad por crear algo tuyo, no lo ignores. Quizás ahí hay una señal importante. Quizás, emprender también es una opción para ti.