
Hoy en día, cuando hablamos de ahorrar o de hacer crecer nuestro dinero, una de las formas más utilizadas es a través de los fondos de inversión. Pero, claro, no todos los fondos son iguales. En España podemos encontrar un montón de tipos distintos, y entenderlos bien nos ayuda a tomar mejores decisiones, sobre todo si somos pequeños inversores.
Uno de los criterios más importantes para clasificar los fondos es la vocación inversora, que básicamente es el objetivo del fondo y en qué tipo de activos va a invertir. Esto es fundamental porque, dependiendo de esa vocación, el fondo tendrá más o menos riesgo. Por eso, antes de meter tu dinero en un fondo, conviene saber muy bien en qué invierte y cómo se comporta.
1. Fondos de renta variable
Como su propio nombre indica, estos fondos invierten sobre todo en renta variable, es decir, en acciones de empresas. Dentro de este grupo hay subcategorías según en qué zona del mundo invierten (como España, Europa, Estados Unidos…), o en qué sectores (como tecnología, salud o finanzas).
Lo bueno de estos fondos es que pueden ofrecer una rentabilidad bastante alta, aunque también conllevan mayor riesgo, especialmente si miramos a corto o medio plazo. Sin embargo, si mantenemos la inversión durante varios años, suelen ser de los más rentables. Por eso se dice que la renta variable es una buena defensa contra la inflación: a largo plazo, las empresas crecen junto con la economía, y los precios suben.
Ejemplo: Imagina que inviertes en un fondo de renta variable centrado en empresas tecnológicas de EE.UU. Si a Apple, Microsoft y Google les va bien en bolsa, tu fondo también ganará valor.
2. Fondos de renta fija
Este tipo de fondos invierte en bonos, letras del Tesoro, pagarés y otros productos que, en teoría, son más seguros. Están pensados para inversores más tranquilos, que prefieren menor rentabilidad pero también menos sustos.
Los beneficios principales de estos fondos son:
- Pagan un interés fijo desde el principio.
- Te devuelven tu dinero cuando vence el activo.
- Si hay problemas económicos, tienen preferencia de pago frente a los accionistas.
- Su precio no cambia tanto como el de las acciones.
Eso sí, también tienen riesgos:
- Si suben los tipos de interés, tus bonos pueden perder valor.
- Si la inflación sube mucho, puedes perder poder adquisitivo.
- Y si el emisor del bono (por ejemplo, un gobierno o empresa) no paga, también puedes perder dinero.
Ejemplo: Si compras un fondo de renta fija que invierte en bonos del Estado español al 3% anual, sabes que cada año ganarás ese porcentaje… siempre que no cambien demasiado las condiciones del mercado.
3. Fondos mixtos
Los fondos mixtos combinan renta fija y renta variable. La proporción entre ambas puede variar según el fondo. Algunos buscan darle algo de estabilidad a una inversión arriesgada (con más renta fija), y otros intentan mejorar la rentabilidad de una inversión segura (añadiendo algo de renta variable).
Hay varios tipos:
- Renta fija mixta euro: menos del 30% en acciones, y poca exposición a monedas extranjeras.
- Renta fija mixta internacional: también menos del 30% en acciones, pero con activos fuera del euro.
- Renta variable mixta euro: entre 30% y 75% en acciones, todo dentro del área euro.
- Renta variable mixta internacional: entre 30% y 75% en acciones, con muchos activos fuera del euro.
Este tipo de fondos son bastante flexibles, y por eso se adaptan bien a distintos perfiles de inversores.

4. Fondos de inversión globales
Son los más libres y “camaleónicos”. No tienen que seguir una estrategia fija ni cumplir porcentajes concretos. El gestor puede cambiar la inversión cuando quiera según cómo vaya el mercado. Esto les da mucha libertad para aprovechar oportunidades, pero también hace que tengan más riesgo.
En estos fondos no es obligatorio definir si se va a invertir más en renta fija o variable, en euros o en dólares, o si se va a apostar por Europa o Asia, por ejemplo. Por eso, no se pueden clasificar tan fácilmente como los anteriores.
5. Fondos garantizados
Este tipo de fondos garantiza que al llegar a una fecha concreta (vencimiento), recuperarás el dinero que pusiste, o al menos una parte. En algunos casos, incluso te aseguran una cierta rentabilidad.
Ojo: esta garantía solo vale si mantienes el dinero hasta el final. Si lo sacas antes, puedes perder parte de la inversión.
Hay dos tipos:
- Rendimiento fijo: garantizan tu capital y una rentabilidad concreta.
- Rendimiento variable: solo aseguran que no pierdes dinero, pero la rentabilidad depende de cómo se comporten ciertos activos financieros.
6. Fondos por comportamientos
Estos fondos agrupan distintas estrategias o «comportamientos» dentro de un mismo contrato. Cada uno tiene su propia cartera, nombre, política de inversión y valor. Esto permite al inversor elegir el comportamiento que más le guste o que mejor se adapte a su nivel de riesgo.
Este tipo de fondos son muy útiles si buscas algo muy concreto pero quieres estar dentro de un fondo más grande y con más opciones.
7. Otros fondos de inversión
Aquí encontramos otros tipos más especiales, como:
- Fondos inmobiliarios (FII): invierten en inmuebles, como pisos u oficinas.
- SICAV: sociedades de inversión muy grandes, usadas sobre todo por grandes patrimonios.
- Fondos cotizados (ETF): se compran y venden como acciones en bolsa.
- Fondos de inversión libre: también conocidos como hedge funds, con estrategias más complejas.
- Fondos de fondos: invierten en otros fondos de inversión.
Conclusión
Como hemos visto, el mundo de los fondos de inversión es bastante amplio, pero no hace falta ser un experto para empezar a entenderlo. Lo más importante es saber qué tipo de fondo se ajusta a tus objetivos, tu nivel de riesgo y el tiempo que estás dispuesto a mantener tu inversión.
No todos los fondos son para todo el mundo. Si eres joven y puedes permitirte asumir algo más de riesgo, quizás un fondo de renta variable o mixto sea una buena idea. Si prefieres ir más sobre seguro, un fondo de renta fija o garantizado puede ser lo tuyo. Y si no lo tienes claro… pues siempre se puede empezar poco a poco, ir probando, y sobre todo, aprendiendo con la experiencia.